Luego de 6 años de acompañar abortos, sé menos que antes. Y eso está bien.

Publicado el 24 de Abril, 2024
Por Cecilia Prado Godínez.

Cuando decidí formarme como acompañante de personas que abortan tenía muchas más certezas de las que tengo ahora. Mis creencias sobre el aborto eran firmes y jamás pensé que se modificarían tanto a lo largo de seis años. Pero la transformación ha sido una constante en mi camino aprendiendo a acompañar y hoy es una de mis mayores fortalezas.

En 2018 comenzó mi capacitación en el Fondo MARIA. Me recuerdo llegando el primer día al espacio con mucha confianza en lo que ya sabía sobre aborto, una semana me parecía muuucho tiempo para formarnos en un solo tema. No imaginaba lo inagotable y complejo que es el conocimiento sobre el acompañamiento de un solo evento en la vida sexual y reproductiva de las personas. Ingenuamente creía que, al ser una mujer que abortó, tenía una especie de ventaja para entender las experiencias de otraes y acompañarles.

Uno de mis primeros retos fue comenzar a reconocer que cada experiencia de aborto es única y que es necesario quitarse del centro para no tratar de aconsejar a quienes acompañamos a partir de nuestras vivencias personales o formas de pensar.

Antes de conocer al Fondo MARIA, entendía que el aborto era necesario y una opción válida, pero no me reconocía como una persona orgullosamente abortista. Quizá porque aún no conocía a otres que hablaran tan abiertamente a favor del aborto y que sugirieran que ésta puede ser una experiencia luminosa. Quienes facilitaban las sesiones de la capacitación tenían una amplia experiencia y podían sustentar, tanto en la teoría como con resultados concretos del trabajo del Fondo, cómo el acompañamiento y la posibilidad de tomar una decisión sobre el embarazo incidía positivamente en otros ámbitos de las vidas de las personas.

Sin embargo, nada me resultó tan convincente como mis primeras experiencias acudiendo a las clínicas a acompañar. Ahí pude constatar que, una vez finalizado el procedimiento médico, el alivio era una de las emociones que más predominaba. Al escuchar a personas que nos contactaban después de sus procesos, pude ser testigo de cómo el decidir sobre el embarazo significaba para muchas autoconocimiento, empoderamiento y transformación, también la posibilidad de cumplir sueños o descubrir nuevas oportunidades o proyectos de vida.

Imagen que dice ¡Soy acompañante de aborto! “El aborto seguro será una realidad sin límites de semanas de gestación, sin causales, sin cisheteronormatividad, sin adultocentrismo, sin clasismo ni racismo para todas, todas y todos”

Además, en mis compañeras acompañantes encontré un grupo de personas que compartían conmigo un mismo objetivo. Algunas de nuestras motivaciones coincidían y otras eran distintas, pero comenzó a desvanecerse la sensación de soledad que viví en mi experiencia de aborto.

Antes de ser acompañante, no había hablado de mi aborto más que con amigas muy cercanas. Pude ser más abierta con el tema al saber que habían personas a mi lado respaldándome. Me recuerdo valiente y segura teniendo esa conversación con mi mamá y me alegra mucho saber que, aunque en un principio me dijo que no estaba de acuerdo con nada, ni con mi decisión ni con que otras personas aborten, se convirtió en una de las personas que sostuvo por mucho tiempo mi labor como acompañante y al día de hoy se interesa y difunde las actividades e información del Fondo MARIA.

Ser acompañante del Fondo MARIA me ha enseñado a ser como una masa moldeable, nunca demasiado rígida en mis creencias para así poder adaptarme a las circunstancias y contextos en que acompañamos y a las necesidades de las personas. Para mí, ser acompañante es el constante nervio, el entusiasmo en la incertidumbre y un continuo prepararse para caminar un momento al lado de las personas que abortan. La misma flexibilidad que me ayuda a acompañar a otraes me ha enseñado a ser paciente con mis procesos y a no ceder tan fácilmente a la autoexigencia que, en ocasiones, recae sobre las personas que hacemos activismo o trabajo de cuidados.

Como yo, el Fondo MARIA también se ha transformado a lo largo de los años. Es satisfactorio saber que hoy, en sus XV años, tenemos más reflexiones y compromiso para apostar a la creación de espacios seguros para personas no binaries y hombres trans que abortan. También nos atrevemos a soñar con el fin de las barreras para abortar. El aborto seguro será una realidad sin límites de semanas de gestación, sin causales, sin cisheteronormatividad, sin adultocentrismo, sin clasismo, ni racismo para todas, todes, todos.


Tú, como Cecilia, puedes formar parte del equipo de acompañantes voluntarixs de Fondo MARIA. Este 2024 abrimos dos convocatorias para nuestro proceso de formación enfocado en las necesidades psico-emotivas-sociales de las mujeres, hombres trans y personas no binaries con posibilidad de gestar en situación de aborto que cuentan con el apoyo directo del Fondo MARIA.

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