Encontrando espacios seguros como lesbiana

Publicado el 28 de Junio, 2022
Corría el año 2003 y ‘All the Things She Said’ sonaba en todas las radios. La palabra Lesbiana estaba sobre la mesa, las t.A.T.u nos abrieron una puerta que para muchas estaba completamente cerrada. Sobre lo que pasó después y el uso de la orientación sexual como consumo capitalista podría escribir otro blog, pero ahora no viene al caso.

Hasta que llegó el día en que encontré un grupo que se iba a reunir presencialmente en mi ciudad. Era real, estaba pasando. La emoción se convirtió en miedo rápidamente. ¿Qué tal si no es un espacio seguro? ¿Qué pasa si nos ven? Tenía muy claro que “escuchar t.A.T.u” no estaba bien, mis compañerxs me lo dejaban muy claro todos los días en la secundaria.

La curiosidad superó al miedo y me puse en contacto con Mariana, la organizadora. Me dijo que el punto de encuentro sería en el estacionamiento de un centro comercial. Ahí. Al aire libre. Rodeadas de gente. ¿Y si me veían mis papás? ¿Si me veía alguien de la secundaria y confirmaba lo que ya sabían? No, no voy a ir, fue lo primero que pensé, pero llegó el día, tomé valor y me fui al centro comercial.

Recuerdo verlas de lejos, algunas traían el pelo corto como Julia Volkova, una de las integrantes del grupo; camisas a cuadros y hasta faldas tableadas. Nadie las miraba, a nadie les llamaba la atención. Pero a mí el miedo me paralizó, me quedé ahí viendo a lo lejos pensando que todavía no estaba lista para pararme ahí.

Tenía 14 años en ese momento, y pasaron otros 2 años muy largos para que pudiera decirlo en voz alta, aunque el miedo no se hubiera ido. Tuve que esperar a cumplir 18 para poder entrar a bares LGBT a encontrarme con otras de forma presencial.

Desde ese momento he dedicado gran parte de mi tiempo y mi pasión a trabajar porque las nuevas generaciones no tengan que pasar por estas situaciones, para que cuenten con espacios seguros donde expresar sus dudas y lo que sienten.

Ese es el sueño que queremos construir desde Balance: tener Una Casa Propia donde cultivar espacios seguros y amorosos para encontrarnos y reconocernos como pares. Una Casa Propia para hacer comunidad sin el temor a ser y expresarse por quien se es. Una Casa Propia donda se pueda escuchar t.A.T.u a todo volumen y que nadie muestre señas de desaprobación. Una Casa Propia donde todxs sean bienvenidxs y podamos cohabitar sin distinción, porque como dicen en México: “Mi casa es tu casa”.

Si está en tus posibilidades dona $100, $200, o lo que puedas para seguir forjando los cimientos de esta casa donde continuaremos trabajando como personas sáficas y de la disidencia, apoyando desde nuestros programas a nuestros pares a vivir nuestras vidas desde el orgullo.

¡Nuestra revolución es ser felices!

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